VIVIR UNA VIDA MAS SANA

Vivir y disfrutar plenamente la vida, esta en nuestras manos

 

Vida sana contada con sencillez

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A menudo sentimos un cierto desconcierto, ante la necesidad de vivir una vida plena, saludable, armónica, gozosa, creativa y amorosa, y la realidad que nos toca asumir en un cuerpo imperfecto y limitado, inmersos en un entorno lleno de elementos agresores muy poco saludables; en donde los agentes externos como la contaminación atmosférica, el ruido o la contaminación electromagnética, se asocian con hábitos de vida poco saludables como el sedentarismo -falta de ejercicio-, la alimentación desequilibrada -o repleta de residuos tóxicos- o unas relaciones personales conflictivas.

Todo ello nos lleva a plantearnos a menudo, si es posible vivir una vida sana en un mundo tan insano.

Existe una cierta tendencia a pensar, que gozar de buena salud consiste tan solo en estar exentos de toda enfermedad, o que la salud, es eso que los estamentos médicos definen como: “estado de no-patología y correcto funcionamiento del organismo”; pero lo cierto es que la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrece la visión mucho más amplia y define la salud como: “un estado de bienestar físico, mental, emocional y social y no solo la ausencia de enfermedad”.

Sea cual sea la definición a la que nos acojamos, en la practica, ¿a cuántas personas conocemos realmente sanas, que lleven una vida saludable y sean felices? Ciertamente, bien pocas.

Qué gran paradoja, cada vez hay más médicos, más hospitales y más medicamentos pero sin embargo, la salud de la población en general no mejora. Es más, a las enfermedades clásicas o tradicionales, que siguen padeciéndose, se le han añadido en las últimas décadas algunas nuevas como las fibromialgias, el SIDA, la hepatitis C o las neumonías atípicas, al tiempo que se han incrementado numerosos trastornos degenerativos (afecciones cardiovasculares, cáncer, diabetes, Alzheimer, arteriosclerosis múltiple degenerativa…) muy poco frecuentes antaño y constatamos como crecen a ritmo galopante los trastornos nerviosos, neurológicos y sicológicos –estrés, ansiedad, depresión, suicidios…-.

Y lo mas paradójico de todo, es que esa falta generaliza de salud en nuestros países desarrollados, no podemos achacarla a la carencia de recursos básicos como la comida, la vivienda, el trabajo, el acceso a los medicamentos o de las oportunidades de disfrutar de una vida social rica y creativa.

Si investigamos bien, descubrimos que nuestro cuerpo está diseñado y capacitado para -en condiciones favorables- funcionar adecuadamente y mantenerse sano y en plena forma. Incluso, el padecimiento de leves trastornos de salud como una gripe o una fractura ósea, en realidad ayudan a que se refuerce el sistema inmunitario o a que se activen las capacidades autorreguladoras o autoregeneradoras.

¿Entonces? ¿Si tenemos la capacidad de vivir sanos, por qué gozamos de mala salud?

Tal vez por el simple hecho de que nos hemos ido alejando de las formas de vida más saludables.

Vivimos en el espejismo y las falsas expectativas que han surgido en torno a una medicina basada en el control de enfermedades. Preocupados y centrados en combatir las enfermedades, nos hemos polarizado en una medicina intervencionista y de enfermedad. Se nos habla mucho de prevenir enfermedades y se hace hincapié en los logros de la medicina para controlar ciertas enfermedades, pero en realidad parece que no se busque la plena salud, ya que no se nos enseña a estar sanos. Todo se centra en procurar “no enfermar” y en combatir las enfermedades cuando ya se padecen, dedicando pocos esfuerzos a potenciar la salud, a fomentar hábitos de vida saludables o a enseñar a vivir o a comer sano.

Hoy sabemos que las enfermedades hereditarias o de origen genético, no alcanzan ni el 10% del total de trastornos padecidos por la población. La gran mayoría de problemas de salud tienen que ver con hábitos y estilos de vida poco saludables. Por ello, en vez de centrarnos en esperar que los médicos y los avances de la medicina, arreglen mis problemas cuando estos aparezcan -y seguir gastando ingentes cantidades de tiempo y de dinero, en investigaciones médicas, en medicamentos y en atenciones hospitalarias-, tal vez deberíamos empezar a plantearnos: ¿Qué es lo que realmente propicia la salud? ¿Qué puedo hacer yo para vivir una vida plena, para vivir una vida sana?

El estado natural del ser humano es estar sano y es a partir de que no respetamos el cuerpo, o no le damos los alimentos y las condiciones favorables para su buen desarrollo y su correcto funcionamiento, cuando empieza a desajustarse y a deteriorarse. Es más, los hechos nos muestran que incluso cuando aparecen los trastornos de salud, podemos superarlos bien si le damos al cuerpo una correcta alimentación, un aire limpio -unido a una correcta respiración-, y la práctica regular de ejercicio. O le alejamos de los factores de riesgo cotidianos tan conocidos como: el ruido, la contaminación química, los alimentos repletos de plaguicidas, los hábitos tóxicos como el tabaco o la exposición a ciertas radiaciones naturales o artificiales. En la mayoría de casos, estas sencillas acciones y estos factores de bienestar, suelen ser más que suficientes (unidos a una actitud mental positiva) para recuperar la salud perdida y encontrarse bien dentro del propio cuerpo. Sintiéndonos lúcidos, llenos de energía, felices, tranquilos, creativos. Y gracias a ello podemos disfrutar plenamente nuestra vida, compartiéndola positivamente con los seres queridos. En definitiva: disfrutar plenamente de nuestros potenciales físicos, psíquicos y emocionales, viviendo una vida sana, gozosa, y plena.

Si con lo expuesto, aun nos asaltan dudas sobre las repercusiones positivas de decantarnos por estilos de vida mas saludables, podríamos citar las conclusiones de numerosos estudios e investigaciones que se vienen publicando en los últimos años, ya que son lo suficientemente explícitos como para dejarnos claro que una vida mas sana, tiene efectos beneficiosos sobre la calidad de vida e incluso se constata su importancia como factor de longevidad.

Por ejemplo: los resultados de un seguimiento de la población europea realizado los últimos veinte años, ha constatado que las personas que tienen una actitud mental positiva ante la vida y consigo mismas, viven una media de siete años mas que quienes mantienen frecuentemente actitudes negativas y tienen baja autoestima.

Por otro lado, la síntesis de diversos estudios realizados a lo ancho del planeta y sobre poblaciones muy diversas, han constatado que las personas de sociedades o grupos sociales que llevan una alimentación predominantemente vegetariana, viven una media de diez años mas que la media de los grupos sociales que hacen amplio uso de la carne en su dieta.

Un estudio llevado a cabo con 3.144 ancianos de la escuela medica de Tokio, ha comprobado que los que viven en zonas con amplios espacios verdes y en casas con abundante luz natural, viven hasta 5 años mas que los residentes en núcleos urbanos congestionados o zonas con el entorno muy degradado. El estudio concluye con una frase que merece ser tenida en cuenta: “Mirar los árboles alarga la vida”.

Por otro lado, un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan (EEUU), señala que las personas mayores que dedican tiempo a ayudar a los demás, duplican sus probabilidades de vida.

¿Sorprendido? Pues, por sorprendentes que parezcan, estas conclusiones no tendrían que extrañarnos. La simple lógica nos dice que tiene sentido vivir más como resultado de estilos de vida y actitudes más saludables; pero aun así, tal vez lo más importante no sea el hecho de vivir mas años, sino la mejor calidad de vida que ello supone.

No cabe duda de que siempre tenemos la posibilidad de mejorar nuestras vidas actuales y de aprender a vivir mejor. Para ello, resultara imprescindible empezar aprendiendo a gestionar mejor nuestro cuerpo y la actividad física que realizamos, a respirar mejor, a comer más sano, a relajarnos incluso en situaciones estresantes, a descansar plácida y reconfortantemente -buscando las mejores condiciones y el mejor sitio-, a adoptar una actitud positiva ante cualquier circunstancia o a disfrutar de la naturaleza y de las relaciones con los demás. Que duda cabe, que gracias a todo ello incrementamos notablemente las posibilidades de vivir una vida más gozosa, más plena y más saludable.

Obviamente, para acercarnos a un estado de salud plena, será necesario que nos lo planteemos como un objetivo prioritario y que tengamos claro que ello requerirá de un cierto esfuerzo personal. Pero, tengamos siempre presente que la salud, mas que un regalo de la vida o la consecuencia de una buena atención medica, es el resultado de un cierto esfuerzo cotidiano. Tal vez preferiríamos que fuese mas fácil y no requiriese ninguna implicación por nuestra parte, pero, acaso todo lo que vivimos cotidianamente, no requiere también de un constante esfuerzo personal.

Con el incremento de la economía y los mayores niveles de vida que nos permite nuestra opulenta sociedad, nos hemos ido volviendo perezosos en lo relativo a la salud, hasta el punto que terminamos delegando demasiado en los especialistas en medicina. Es hora de empezar a abrir los ojos y dejar de engañarnos. Podemos pagar para que otros se ocupen de vigilar y controlar posibles enfermedades, pero nadie, aparte de nosotros mismos, puede ofrecernos verdadera salud. Nuestra vida y nuestra salud están en nuestras manos, no esperemos que otros nos traigan las soluciones que a menudo, nunca llegan. Optemos desde ya, por vivir y gozar de una vida sana.

A fin de cuentas, llevar una vida sana implica conocerse bien y conocer el entorno y la realidad de la que formamos parte integrante, conocer nuestras posibilidades y también las limitaciones. Vivir sano es encontrarse bien dentro de la propia piel, sentir la maravilla que supone poder vivir, disfrutar del cuerpo, de la actividad física y de las relaciones con los demás, comer con placer alimentos saludables, respirar a pleno pulmón en un buen entorno, mantener una actitud positiva ante la vida, reir y compartir momentos felices, gozar con un trabajo que nos realiza y nos proporciona los recursos necesarios para vivir con sencillez. Vivir sano, es a fin de cuentas, disfrutar plenamente de la vida. Y ello depende en gran medida de nuestros actos cotidianos y de nuestras actitudes ante la vida.

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