¿Qué nos está matando? Tormentas Solares y Salud

¿Qué nos está matando?

Tormentas Solares y Salud

¡Gran sorpresa! y algo más que extrañeza, serían las palabras que resumen mi estupefacción ante la lectura de un reciente el artículo en el que se plantea el desconcierto -médico y científico- ante las cifras estadísticas de muertes no previstas en los meses de primavera y verano del 2022.

Me sorprendió tanto el artículo que me sumergí en su detallada lectura para poder entender por qué en España entre mayo y julio del 2022 se han producido unas 23.300 muertes más de lo estadísticamente previsible para dicho periodo de tiempo (puedes leer el artículo en el enlace: https://www.eldiario.es/sociedad/verano-muriendo-gente-esperado-espana-no_1_9272811.html )

 

 

En principio todas las miradas en busca de algún responsable directo parecían dirigirse hacia las dramáticas olas de calor que este año han azotado la península superando cifras de récord; y los investigadores también se plantean una posible relación de este incremento de muertes no esperadas con posibles repuntes del COVID, cuestiones que en el artículo se abordan con cierta cautela, mostrando datos gráficos que cuestionan cada una de las diferentes hipótesis que por separado intentan dar una explicación a esa grave anomalía estadísticamente muy preocupante.

 

Y es que enterarse de golpe que murieron más de 23000 personas por encima de la estadísticamente previsible en un periodo de tan pocos meses no deja de sorprender e incluso asusta, por lo que resulta más que lógico el interés por encontrar a los posibles responsables.

En esta tarea de búsqueda de respuestas que aporten algo de luz, en el artículo se plantean las diferentes hipótesis y sus inconsistencias y sobre todo se hace hincapié en que posiblemente no haya un único factor que sea el responsable único y directo, y, en todo caso parecería que nos hallásemos ante un fenómeno anómalo en el que estarían confluyendo varios factores de riesgo imbricados o actuando en sinergia.

Mientras ojeaba las gráficas (impactantes) mi mente entrelazaba datos e iba añadiendo posibles factores de riesgo o de posible sinergia negativa, que pudiesen tener suficiente relevancia como para agravar esa compleja ecuación.

Las casualidades hicieron que ese mismo día también leyera unos artículos sobre el incremento de llamaradas solares (manchas solares) y de las tormentas magnéticas y eléctricas que se están produciendo en el Sol e impactando sobre la tierra desde inicio del 2020, pero especialmente desde finales del 2021 e inicios del 2022, siendo excepcionalmente fuertes las llamaradas solares y las tormentas magnéticas registradas el mes de julio y las que ahora mismo estamos sufriendo -a finales de agosto-.

Esta curiosa coincidencia me llevo buscar en internet una gráfica que había visto hace un tiempo en un artículo en el que al abordar las implicaciones de tormentas magnéticas y solares indicaban que desde el año 2020 hemos entrado en “el nuevo ciclo 25 de manchas solares”. Los ciclos de manchas solares suelen tener períodos de unos 11 años, y este nuevo ciclo (el 25) se inició a finales del 2019 y principios del 2020 (curiosamente coincidiendo con los inicios de la pandemia asociada al COVID).

Resulta más que comprensible que con todo este cúmulo de datos cruzados mi cabeza fuera aceleradísima, por lo que para analizar mejor la hipótesis que mis neuronas estaban entrelazando, me tome la molestia de imprimir las dos gráficas, a fin de poder observarlas y contrastarlas con la máxima atención posible. (ver grafica en el artículo:

https://www.telecinco.es/eltiempohoy/el-cielo/ciclo-solar-25-tormentas-solares-2022_18_3288870220.html )

https://www.bbc.com/mundo/noticias-52162066

 

 

 

 

 

 

 

¡Sorpresa! Las correlaciones de incrementos o de descensos de muertes -estadísticamente previsibles para cada año desde el 2015- mostraban curvas ascendentes o descendentes con una pasmosa similitud entre las dos gráficas.

 

 

 

 

 

 

Y el hecho más llamativo no fue el ver cómo a partir de mediados del 2021 y mediados del 2022, se constatan unos claros paralelismos entre el incremento de actividad de manchas Solares y el desproporcionado incremento de muertes no previstas para dichos periodos de tiempo; lo más sorprendente para mí, fue, que al mirar la gráfica de manchas Solares -que engloba todo el ciclo 24 e inicios del ciclo 25- el mínimo de actividad de manchas Solares a lo largo de los últimos años se produjo justo a finales del ciclo 24 y esto correspondió entre el año 2018 y el año 2019. Y al contrastar los datos con la gráfica de muertes previsibles, resulta que son los años estadísticamente con menor mortalidad. Es más, el año 2019 fue el año en que no sólo se redujeron las muertes con respecto a los otros años, sino que es el único año de las gráficas en que se produjeron menos muertes de las estadísticamente previstas para los periodos analizados, concretamente 1383 muertes menos de lo previsto. ¡Casualidad o causalidad?

 

 

 

 

 

 

Cabe aclarar que está clara correlación entre actividad de manchas Solares y problemas de salud poblacional no me pilló totalmente por sorpresa. De hecho, en el año 1990 asistí a un congreso de bioelectromagnetismo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares en el que ya se presentaron un par de ponencias que apuntaban hacia esta hipótesis. Datos que entonces ya me resultaron fascinantes y por ello los recogí en “El gran libro de la casa sana” (cuya primera edición es del año 1992). En las páginas 72 y 73 (que adjunto escaneadas) comparto experiencias de mi trabajo como experto en geobiología y medición de radiaciones en las casas (analizando su influencia en la salud) y las diferentes correlaciones observadas en las investigaciones entre manchas solares, tormentas magnéticas, producción o inhibición de melatonina -generada por la glándula pineal- y su correlación con diversos problemas salud de mayor o menor gravedad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Quizá lo que más me ha impresionado al releer este texto escrito en 1992 sea la vigencia de las conclusiones expuestas en el último párrafo de la página 72:

…“En la 3ª gráfica podemos observar claramente los resultados del experimento. Las ratas analizadas el día 13 de marzo de 1989 muestran un fuerte descenso de la actividad pineal. Si tenemos en cuenta que esta glándula interactúa con el resto del sistema endocrino, y ejerce su actividad regulando las respuestas del sistema inmunológico y la secreción de la melatonina -de probados efectos anticancerígenos-, podemos deducir claramente que en los periodos de fuerte actividad magnética nuestras respuestas ante los elementos agresores del mundo exterior estarán disminuidas, predisponiéndonos a contraer resfriados u otras enfermedades. Nuestros mecanismos de homeostasis y el sistema inmunológico quedaran indefensos ante la presencia de ciertos virus, sustancias tóxicas, campos eléctricos y electromagnéticos artificiales y un sinfín de otras sustancias o factores de riesgo”.

Lo que explicaría en parte el que en esos períodos en que la tierra está expuestas a las llamaradas solares y es bombardeada por tormentas magnéticas y eléctricas, que alteran el campo electroatmosférico terrestre, se pueda producir un considerable debilitamiento de los sistemas biológicos y del sistema inmunitario y ello incida -directa o indirectamente- en un agravamiento de la salud poblacional y en un posible incremento de muertes estadísticamente no esperadas.

Si retrocedo un poco más en el tiempo, en 1987 -año en el que escribí el libro “Vivir en casa sana”- ya pude observar datos que nos informaban de esa estrecha correlación entre variaciones de la actividad solar y los ciclos de 11 años de incremento o descenso en la intensidad de las manchas solares. Y ya entonces me sorprendió enterarme de la estrecha correlación histórica entre las variaciones cíclicas de las manchas solares y ciertos periodos de graves convulsiones sociales que hemos atravesado la humanidad. (ver páginas 82 y 83 escaneadas)

 

 

 

 

 

 

 

Tengo la impresión de que estamos ante el algo mucho más importante de lo que podríamos pensar a simple vista. Las reflexiones en torno a los datos analizados en esta exposición, plantean unas inquietantes preguntas: ¿tan relevantes son para nuestra vida y nuestra salud la incidencia de las fluctuaciones de la radiación solar -asociadas a las llamaradas solares y a las tormentas magnéticas o eléctricas-? ¿tanto inciden las radiaciones naturales (solares o terrestres) o las artificiales (contaminación electromagnética), en los procesos biológicos y en nuestra salud -o como factores de riesgo provocadores de enfermedades-?

Y de nuevo surge la pregunta que encabeza este escrito: ¿Qué nos está matando?

Con todo lo expuesto quizás podemos deducir (o al menos plantear la hipótesis) de que nos hallamos ante claras evidencias de que nuestra vida y nuestra salud, aparte de depender de factores de riesgo más o menos conocidos -como una alimentación en la que predominan alimentos de mala calidad y ultraprocesados, la falta de ejercicio regular, el estrés, una mala gestión emocional o mental, o la contaminación ambiental-, también depende en gran medida de la capacidad de nuestro organismo de regenerarse y de realizar una continua autorregulación u homeostasis frente a los múltiples factores de riesgo o desequilibrio a los que nos vemos expuestos en la vida cotidiana. Y para la necesaria y constante autorreparación, el organismo echa mano de la glándula pineal y de la producción nocturna de melatonina, elementos que se ha constatado que están estrechamente vinculadas con el sistema de autorregulación y con todos los mecanismos inmunitarios de que dispone nuestro organismo, todo factor que desequilibre la producción durante la noche de suficiente cantidad melatonina, tendrá como consecuencia una mayor predisposición a padecer toda clase patologías, tanto víricas, como degenerativas o asociadas al depresión o a los trastornos mentales. Siendo la contaminación electromagnética, la luz azulada de la iluminación LED o de las pantallas de ordenadores y teléfonos móviles, así como las tormentas solares, los factores que más desequilibran y disminuyen la producción nocturna de melatonina y por ende nos predisponen a enfermar con mayor facilidad.

Estas reflexiones, fruto de las observaciones de una mente curiosa, quizás sean simplemente una llamada a la necesidad de prestar más atención a factores desconocidos -o poco conocidos- que están incidiendo sobre nuestro bienestar y sobre el correcto funcionamiento nuestro organismo en tanto  que seres biológicos adaptados a un medio.

Es más, tal vez por el hecho de observar esta correlación tan estrecha entre las fluctuaciones de la radiación solar, el geomagnetismo terrestre, el bioelectromagnetismo corporal y la salud (o las patologías y la enfermedad), nos plantea que, si queremos gozar de buena salud física y mental, tal vez tengamos que empezar a tener muy presente todo lo relacionado con el bioelectromagnetismo y tomárnoslo como una importante asignatura pendiente.

Es muy probable que tal vez nos agobie el que a los muchos problemas a los que nos enfrentamos cada día, ahora tengamos que sumarle todo lo referente a llamaradas solares, las tormentas magnéticas y la contaminación electromagnética artificial, pero el no querer ver ciertas evidencias, no creo que mejore en nada nuestra salud, ni nuestras condiciones de vida. Quizás no quede otra que ir poco a poco aprendiendo a fluir e interactuar de la forma más sana y equilibrada posible con los fluctuantes campos eléctricos y electromagnéticos -naturales y artificiales- a los que continuamente estamos expuestos. En definitiva: ya que nos ha tocado vivir en este mundo que a menudo nos resulta tan hostil, tendremos que hacer lo posible por aprender convivir armónicamente con las energías y radiaciones procedentes del Sol y de la Tierra, y a vivir lo más sanos y felices que la vida nos permita, fluyendo con las buenas energías y evitando aquellas que no nos aporten equilibrio, salud y felicidad.

¡Salud y buenas energías!

 

 

Una respuesta hacia “¿Qué nos está matando? Tormentas Solares y Salud”

  1. Patrícia Bandeira
    18/04/2023 a 19:22 #

    Viva!
    Si és real mis registos de emergência de salud lo comproba. Desde que sali de la ciudad, terminaram los episódios “macacos” que a Medicina nunca conseguiu explicar.

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