La agricultura ecológica podría alimentar a toda la población mundial

Una investigación realizada en la Universidad inglesa de Reading señala que la agricultura orgánica (ecológica) podría sustituir a la convencional en Inglaterra y Gales con una serie de ajustes en la producción y en la dieta. Según su responsable, el economista agrícola Philip Jones (Tredegar, Reino Unido, 1961) esta afirmación se podría extender al resto del planeta. La adaptación sería costosa, pero los beneficios para el medio ambiente y los consumidores serían considerables. Sobre la agricultura ecológica española, Jones cree que tiene un gran potencial de crecimiento, pero depende de que los consumidores se conciencien de la importancia de comprar estos productos.

¿Cuáles son las principales conclusiones de su investigación?

La agricultura ecológica podría en la actualidad, con algunos ajustes, suministrar volúmenes de frutas y vegetales similares a los de la agricultura convencional, o incluso aumentar la producción si fuera necesario. También podría producir un 68% más de carne de vacuno y un 55% de cordero que en la actualidad. El uso de energía intensiva en la agricultura caería, los fertilizantes químicos se reducirían en un 95% y los pesticidas, en un 98%. La vida silvestre aumentaría, bajarían las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación del agua. Los puestos de trabajo en el campo aumentarían, incluido un incremento del 73% en el empleo no agrícola.

Por su parte, los cultivos de trigo y cebada caerían en un 30% y la producción de cerdos y aves de corral y sus derivados descendería una cuarta parte de los niveles actuales. Esto supondría una mayor disponibilidad que en la actualidad de cereales para el consumo humano. La producción de lácteos se reduciría entre un 30% y un 40%, a menos que se restableciera en algunas partes que tuvo en su día el país.

¿Estos resultados se podrían extender al resto del mundo?

Diversos estudios científicos recientes señalan que en muchos casos las cosechas aumentarían, debido a una mejor gestión de las plagas y enfermedades y a la mejora de la fertilidad del suelo. Ahora bien, en la mayoría de los países occidentales donde se practica la agricultura industrializada, el rendimiento orgánico sería bastante inferior al convencional, al no utilizar fertilizantes sintéticos nitrogenados. No obstante, también dependería del tipo de alimento.

En definitiva, si la pregunta es si la agricultura orgánica podría producir la misma cantidad de productos alimenticios que la agricultura convencional, la respuesta es casi seguro que no. La agricultura orgánica no puede cubrir la demanda actual de las dietas occidentales, ricas en proteínas animales. Sin embargo, si la pregunta es si la agricultura orgánica puede proporcionar suficientes nutrientes para que la población de todo el mundo logre una dieta equilibrada, la respuesta más probable es que sí, aunque obligaría a mucha gente a cambiar su dieta.

¿Cómo debería ser esa nueva dieta?

Las proteínas deberían tener un mayor origen vegetal. En particular, habría que consumir menos carne y productos lácteos y más frutas y hortalizas. También sería necesario sustituir la producción industrial de carne de cerdo y aves de corral por la de ternera y cordero alimentada con hierba. Los profesionales de la nutrición darían la bienvenida a muchos de estos cambios.

Sin embargo, este panorama se vuelve incierto con predicciones como las de Naciones Unidas, que señala un incremento de la población mundial del 32% para 2050 (de 6,9 a 9,1 miles de millones de personas) y el aumento de la riqueza de muchos países en desarrollo. El rendimiento de la agricultura orgánica tendría que aumentar de manera significativa.

¿Sería posible?

No se conoce su potencial real, en gran parte porque, en los últimos 40 años, la investigación en agricultura ecológica se ha descuidado. La atención de los gobiernos y de la investigación comercial se ha centrado en el sector convencional. Tal vez sea hora de cambiar de enfoque.

Da la sensación de que cuando se habla de agricultura ecológica u orgánica, no todo el mundo se refiere a lo mismo. ¿Qué es en realidad?

La mayoría de los consumidores lo entienden como la no utilización de plaguicidas y fertilizantes químicos. Pero no es sólo esto. La agricultura orgánica se basa también en procesos naturales y materiales renovables para producir alimentos. Estos incluyen prácticas como la rotación de cultivos, la mezcla de variedades en el mismo campo, la aplicación de una cubierta protectora y el uso de vegetación para proteger el suelo contra la erosión y mantener los nutrientes después de la cosecha, el barbecho o la integración de cultivos y ganado en un mismo sistema. Y también hay normas orgánicas para el posterior transporte, transformación y venta de los productos orgánicos. Deben tener la garantía de que están libres de productos químicos y no han sido fumigados ni irradiados. Si cumplen estos criterios, se etiquetan como “orgánico certificado” por una institución reconocida, como la Soil Association en el Reino Unido, o el CRAE y CAAE, por citar dos, en España. Estas instituciones establecen las normas de control y velan por las mismas.

¿Cuáles son las ventajas de la agricultura orgánica para los consumidores y el medio ambiente?

No hay un consenso al respecto. Uno de los puntos más polémicos es si los alimentos orgánicos son mejores para la salud humana que los convencionales. Algunos estudios científicos han apoyado esta afirmación, pero otros no han encontrado beneficios. Incluso los principales estudios promovidos por instituciones gubernamentales ofrecen resultados contradictorios. Parece que hará falta tiempo para que la comunidad científica llegue a un consenso. Algunas de las otras ventajas y desventajas son más fáciles de discernir. Entre las ventajas, se pueden señalar las siguientes:

Mejora y protege los suelos: en los últimos veinte años, entre cinco y siete millones de hectáreas de tierras agrícolas se han perdido en todo el mundo debido a la erosión y otras formas de degradación de la tierra. Un millón y medio más de hectáreas se han perdido debido a las inundaciones y la salinización. El contenido de materia orgánica de los suelos en la agricultura convencional ha disminuido en los últimos decenios, a veces de manera muy significativa. Esta materia orgánica es muy útil en varias funciones esenciales en la naturaleza, como la retención de agua, nutrientes y dióxido de carbono (CO2). Según la FAO, en Europa, los suelos administrados de forma orgánica tienen entre un 30% y un 40% más de materia orgánica, y entre un 30% y un 100% más de actividad microbiana que los suelos gestionados de manera convencional. De esta manera, los cultivos son más tolerantes a la sequía, reducen el riesgo de inundaciones, la lixiviación de nitrógeno en las aguas subterráneas y la huella de carbono.

Aumenta el empleo en zonas rurales: la agricultura orgánica utiliza entre un 30% y un 70% más de personal que la convencional. No obstante, hay quien ve en este punto una desventaja, ya que repercute en los precios de los alimentos.

Disminuye el uso de combustibles fósiles: la agricultura moderna convencional depende para aumentar su producción de estas energías no renovables. Un estudio reciente del Departamento de Agricultura de Reino Unido (DEFRA) concluyó que el 70% de la energía utilizada en la agricultura convencional se destina a la elaboración de productos como los fertilizantes, que se basan en el gas natural. El suministro de combustibles fósiles es finito y, si su precio aumentara, los precios de los alimentos también lo harían.

Es más respetuosa con la naturaleza: la FAO afirma que el efecto positivo de las prácticas de la agricultura orgánica en el aire, el suelo, el agua y la biodiversidad ofrece la posibilidad de aplicar los acuerdos internacionales sobre medio ambiente. La ausencia de fertilizantes y plaguicidas sintéticos disminuye la contaminación, en especial en aguas subterráneas, y permite el aumento de la vida silvestre. Estos “servicios ambientales” no se aprecian en general por parte de los consumidores porque el coste de los daños causados por la agricultura convencional no se refleja en los precios de los alimentos. Cuando es necesario tomar medidas de descontaminación del suelo o del agua, los costes se cargan en los impuestos o en el aumento de los precios del agua. El uso de rotaciones de la agricultura orgánica incrementa la diversidad de las granjas, que son menos vulnerables a las caídas de los precios o a las condiciones climatológicas.

¿Y las desventajas?

Descenso de la productividad: una agricultura orgánica en su totalidad conduciría a pérdidas de rendimiento de algunos cultivos de Europa, Norteamérica y Australia. La pérdida de tal vez el 30% de la oferta de trigo, cebada, oleaginosas, leche, etc. de los principales productores de estas regiones empujaría al alza los precios de estos productos. Esto podría dar lugar a una escasez de alimentos en algunos países en desarrollo. Durante los fuertes incrementos de precios de los alimentos de 2008, los gobiernos de algunos países en desarrollo prohibieron la exportación de productos básicos, como el arroz. Diversas evidencias científicas indican que la agricultura orgánica en los países en desarrollo podría aumentar la producción de alimentos, pero aún no se ha demostrado del todo.

Prohibición de tecnologías de modificación genética: los defensores de la agricultura orgánica lo ven como una ventaja. Sin embargo, algunos expertos sostienen que necesitará a la ingeniería genética para hacer frente al rápido aumento de la demanda de alimentos en las próximas décadas.

Precios más altos: es la principal desventaja para los consumidores. Sin embargo, este factor puede desaparecer en los próximos años gracias a la mejora de su productividad, basada en la investigación y en el aumento del coste de la agricultura convencional, afectada por los cada vez más caros y escasos combustibles fósiles.

Cambio en la dieta: en mi investigación demostraba que el tipo de alimentación podría ser equilibrada, pero tendría que cambiar de forma muy considerable. Cuba nos ha enseñado que es posible, no sin un esfuerzo considerable.

¿Cuál es el uso actual de la agricultura orgánica?

Desde sus comienzos, en la década de 1970, ha crecido a un ritmo sorprendente. En 1996, las ventas mundiales de alimentos con certificación orgánica se estimaron en 30.000 millones de euros. Las previsiones apuntan a que podrían superar los 52.000 millones de euros en 2012. La mayor parte de las ventas se realizan en Europa y América del Norte, pero la producción se lleva a cabo en todo el mundo.

¿Conoce la agricultura orgánica desarrollada en España?

Ha tenido un desarrollo más lento que en otros países europeos. En 1995, el área de tierra cultivada de forma orgánica era sólo de 25.000 hectáreas, gran parte de ella en Cataluña. A partir de esta fecha, su crecimiento se aceleró de forma notable, en especial en Andalucía, que ahora tiene la mitad de todos los terrenos orgánicos en España. En los últimos años sí ha tenido un gran crecimiento: el área de producción ecológica en 2006 fue superior a 900.000 hectáreas, el 3,5% de todas las tierras agrícolas. Este aumento ha superado a la demanda interna: alrededor del 80% de la producción (de cultivos típicos del Mediterráneo) se exporta, principalmente a países de Europa septentrional. El mercado de productos orgánicos en España es un tercio menor que el de Reino Unido.

¿A qué se debe este lento desarrollo?

La cadena de suministro se ha desarrollado poco, debido en gran parte a la preponderancia de pequeñas explotaciones agrícolas más tradicionales, que venden pequeñas cantidades en los mercados locales. Los grandes productores se han visto obligados a mirar al mercado exterior.

¿Cree que la agricultura ecológica en España podría crecer mucho más?

El sector orgánico español tiene un gran potencial de crecimiento, que depende del aumento de la demanda de los consumidores. España está bien situada para el suministro de productos mediterráneos a los países del norte europeo, así como de frutas y hortalizas frescas a todo el mundo. Este comercio puede ser facilitado por la introducción del nuevo logotipo orgánico comunitario. Para ello se deben abordar los problemas actuales de suministro. Los responsables de los sistemas de acreditación orgánica podrían rebajar su exigencia a los pequeños productores. En España, casi el 28% de las explotaciones agrícolas son menores de dos hectáreas. A menudo, estas pequeñas explotaciones practican un tipo de agricultura poco intensiva, pero no se unen al sistema de Acreditación Orgánica debido a los costes y a la falta de tiempo para los trámites.

Ha señalado a los consumidores entre los aspectos más destacados. ¿Hasta qué punto pueden contribuir a que aumente la agricultura ecológica?

En la Universidad de Reading llevamos a cabo una encuesta entre agricultores de cinco países de la UE. Para ellos, lo más importante para desarrollar el sector no son las subvenciones, sino que los consumidores entiendan por qué es ventajoso comprar productos orgánicos y pagar algo más que por los convencionales.

¿Por qué no se ven estas ventajas?

La población occidental es urbana, en su gran mayoría, y el vínculo que había antes con la agricultura y la tierra se ha perdido. Los beneficios de la agricultura orgánica no se entienden y no se valoran. Harían falta campañas de sensibilización entre la población. Diversos estudios han indicado que los países con mercados orgánicos más desarrollados, como Dinamarca, tienen los niveles de concienciación ecológica más alta entre los consumidores.

¿Qué frena el desarrollo de la agricultura orgánica?

La demanda de productos orgánicos es limitada, condicionada por dos factores relacionados entre sí. Los consumidores no conocen los beneficios de estos productos y, quizá lo más importante, su mayor precio. Otro problema son los costes adicionales del sistema de acreditación ecológica y que las políticas gubernamentales se centran por lo general en la agricultura convencional.

Los países en desarrollo se enfrentan además a varios obstáculos prácticos. Según Ibikunle Onasanya, director del Proyecto de Desarrollo Agrícola del Estado de Ogun (Nigeria), los agricultores a menudo carecen de los medios necesarios y acaban por utilizar los fertilizantes sintéticos más fáciles, que destacan por resultados inmediatos. Los abonos orgánicos pueden necesitar años hasta que los niveles de fertilidad mejoren lo suficiente. Los suelos a menudo están sobreexplotados. Otro obstáculo son las pérdidas económicas experimentadas durante el período de conversión. En la Unión Europea (UE), los agricultores pueden recibir ayudas para compensarlo, pero en los países en desarrollo es muy raro. Por ello, su uso es todavía menor: en 2004, en África se destinaron 0,2 millones de hectáreas a la producción orgánica, frente a los 4,2 millones de Europa. En estos países, se limita en general a grandes fincas que producen para mercados extranjeros. También se echa en falta la formación en los métodos de la agricultura ecológica y microfinanciación para nuevas herramientas y equipos.

Escrito por Consumer Eroski

Una respuesta hacia “La agricultura ecológica podría alimentar a toda la población mundial”

  1. Jose
    16/10/2017 a 18:34 #

    Buen artículo!! Coincido en casi todo y añado:

    1. Tenemos que depender menos de los mercados de alimentos cultivando una parte de ellos en nuestra casa, ciudad o aldea. Responsabilidad individual o familiar.

    2. No es ecológico “exportar a todo el mundo”. La distribución a grandes distancias es todo menos ecológica, no importa que los alimentos sí lo sean.

    3. El lobby de las empresas agroquímicas y de semillas tiene mucho poder y, en un escenario de agricultura ecológica mundial, irían a la ruina. Harán lo que haga falta para que ese escenario no llegue nunca.

    Reflexión: ¿Que tal si comenzamos a recuperar lo que nos hace individuales? Recuperemos el control sobre nuestra alimentación, sobre nuestro entretenimiento, información y formación, nuestro aspecto físico, etc. Hoy en día estamos muy manipulados y encorsetados dentro de unos estándares sociales marcados por grandes lobbies con grandes intereses económicos.

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